PRÓLOGO Mari - La verdad del trastorno bipolar

Cuando me diagnosticaron trastorno bipolar me encontré inmersa en el ambiente de mutismo que lo rodea. Esto me motivó a escribir este libro, que incluye la investigación que realicé sobre la enfermedad y el relato de mi vivencia atravesando esta adversidad.

La característica de este trastorno es que el ánimo varía exageradamente en dos polos, de alegría y de tristeza, y al ser estos dos polos opuestos, las manifestaciones que provoca cada uno son completamente diferentes —es así que para mí fue como haber vivido dos enfermedades distintas—. Por tanto, como preámbulo para hablar del trastorno bipolar se puede señalar que este implica dos condiciones patológicas: manía (euforia) y depresión.

Este libro es una fusión de mis ideas y conclusiones, sencillamente, como paciente del trastorno bipolar. 

Se dice que todas las personas tenemos en el cerebro un universo interno, metaforizando el mío (ilustrado en la portada de este libro) es un fragmento del universo en el que hay estrellas, constelaciones, galaxias multicolor..., que reflejan mi espíritu alegre, libre y ágil; tiene engranajes de vivos colores que representan mis ideas como un conjunto de piezas entrelazadas en mi cerebro para formar lo que soy. En alguna parte de este cúmulo estelar está el mecanismo que controla mi estado de ánimo, el cual tiene alguna alteración en su composición, sin embargo (con la ayuda de la medicina moderna), esto ya no afecta el correcto funcionamiento de mi cerebro y permite que mis ideas sean normales, diversas, apasionadas, simples, diferentes, complejas; ideas de todos los colores que expresan el optimismo que quiero transmitir a muchos pacientes: es verdad que nadie quisiera vivir un trastorno mental que confunda sus ideas, pero las cosas son como son, y es mejor tener una actitud positiva y salir adelante.

Ese mutismo que me motivó a escribir es consecuencia de un prejuicio ancestral que envuelve a las enfermedades mentales, por eso, creo que ya es hora de que la sociedad se involucre en buscar los medios para cambiar este paradigma equivocado, en el que las personas están acostumbradas a mantener escondida la verdad del trastorno bipolar, y de otros trastornos similares, debajo de un silencio que se convierte en tabú. Este tabú es una condición en la que no es socialmente aceptable mencionar abiertamente que se tiene una enfermedad psiquiátrica ni preguntar a una persona que tenga este tipo de afección sobre su salud mental. Esto causa mucho daño y frustración en los pacientes que se sienten incentivados a imitar este hermetismo y a guardar en secreto su condición. Aspiro a que este libro llegue a ser un estímulo para romper ese tabú; por un lado, que las personas empiecen a dialogar y comentar sobre este tema con total normalidad y sin sentirse incómodas. Y, por otro lado, para que se deje de creer que las enfermedades mentales son estigmas, posesiones espirituales, que son debilidades y exageraciones emocionales voluntarias, etc. Estos trastornos son afecciones de la salud, por lo tanto, se debe reflexionar en que todos los seres humanos por naturaleza somos susceptibles de tener diversas enfermedades. No es necesario analizar la divergencia entre las enfermedades mentales y las físicas para comprender que todas convergen en los momentos difíciles que producen. En conclusión, parece ser cuestión de azar: nadie está libre de tener una afección física o mental.

Quiero también manifestar que yo no me considero valiente por confesar mi diagnóstico y publicar este texto. Como dijo Aristóteles: "No se debe ser valiente por necesidad, sino, porque es en sí mismo hermoso...". Si hay que tener valor para enfrentar una situación de secretismo que no debería existir, entonces, la valentía pierde su virtud porque se convierte en una necesidad impuesta por un prejuicio social. Con otras palabras, si no hubiera este tipo de prejuicio en la sociedad, no haría falta valentía para que los pacientes puedan expresarse libremente, de la misma manera que se expone los detalles de cualquier otra enfermedad. Creo que no sería un sueño imposible que llegue el día en que las personas con enfermedades mentales encuentren en la sociedad un ambiente evolucionado de solidaridad que les permita confesar su diagnóstico sin necesidad de ser valientes.

Aunque esta enfermedad puede ser complicada, es mejor enfrentarla con valentía, la cual es una hermosa virtud cuando busca, por ejemplo, la manera de salir adelante venciendo las dificultades y procurando la felicidad en la vida.

Las siguientes palabras están dirigidas a los pacientes, quienes han sido mi principal motivación:

 «Aunque pases mucho tiempo ingresado en un hospital, sé paciente, la confusión en la mente no es permanente, se mantiene por determinados lapsos. Es comprensible tu miedo a que se confunda tu mente, porque en ella se encuentra tu universo interno produciendo tus ideas, y las personas somos lo que nuestras ideas nos permiten ser. Si te pierdes temporalmente de la realidad en un mundo paralelo inventado por tu mente, con diversos escenarios y confusiones, con ideas positivas o negativas, no tengas miedo: cuando regreses ahí estarán tus ideas intactas, normales, inmutables, esperando a que vuelvas a tomar el control para llevarte a realizar tus sueños».

Mari



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